viernes, 25 de enero de 2008

CARTA ABIERTA A LA CONDESA DE ESTRAZA

Señora Condesa:

Suele ser muy fácil para algunos llamar amigo a alguien que te ríe las gracias, te saca la cara y está de acuerdo generalmente, o al menos no pone en cuarentena, lo que dices. Luego, cuando alguien insulta, difama, intenta desprestigiar sembrando infundios a ese supuesto amigo parece que lo normal, para cierta gente, es mirar hacia otro lado, lavarse las manos y no decir nada. Dos miserables han aprovechado la polémica que pude protagonizar en su blog con el impresentable Kaparra (Boris Burillo, un oligofrénico analfabeto al que, por la caridad te entra la peste, he consentido a lo largo de, casi, dos años lo que no he consentido a nadie y con quien he tenido una paciencia infinita) para unir sus fuerzas y cebarse conmigo. Censor, facha, bilioso, y otra serie de descalificaciones y lindezas similares han corrido por los comentarios de dos valientes amparados en sendos seudónimos, que tirando la piedra y escondiendo la mano se han permitido dejar caer una serie de infundios, sin ningún tipo de argumento ni razonando nada, en los que se cuestiona mi honestidad con insinuaciones (a veces hace más daño una insinuación ambigua que un hecho fehaciente) sobre mi actuación como presidente en la plaza de toros de Tolosa. ¿Cuál ha sido su respuesta?: ninguna. Quizá por aquello del que calla otorga ha preferido dejarlo correr y convertir algo que nació como una defensa de su casa, ese fue mi error, en un tangalay que terminase en un pim-pam-pum contra mí por parte de unos individuos que, agazapados, llevaban mucho tiempo esperando la ocasión para arremeter y ensañarse con alguien que, simplemente, no pensaba como ellos. Como me acaba de comentar alguien en un E-mail de los varios recibidos solidarizándose conmigo, personas a las que a algunas he tenido que rogar encarecidamente que no interviniesen en esta desagradable movida, como era su deseo, para no seguir echando leña al fuego: con amigos así, para qué coño quiero tener enemigos.

O me expliqué muy mal o no ha entendido, o no ha querido entender, bien el E-mail que le envié al respecto. Vuelva a leerlo y verá que nadie pedía una defensa, aunque fuese mínima, hacía mí, y mucho menos que tomase ningún tipo de partido; pero uno que está acostumbrado, por encima de todo, a no dejar en la estacada a sus amigos, esperaba al menos que saliese al paso intentando atajar unas afirmaciones que sabe tan bien como yo que son injustas y desproporcionadas, fruto de la inquina, la mala baba, y la falta de hombría de unos sujetos que han visto propicia la ocasión para atacar en comandita, en grupo, como tienen por costumbre atacar los cobardes, intentando ajustar unas cuentas que parece ser tenían pendientes desde hace tiempo, por el hecho que consideran un crimen por mi parte: haber, según ellos, criticado a “sus toreros” por lidiar feroces becerrillos desmochados. Tampoco he pretendido jamás hacerle cambiar de opinión sobre sus gustos o preferencias en materia taurina, algo que sabe que respeto aunque en ocasiones haya cosas que no comparta y sea de los que pienso que de la misma forma que la lucha antiterrorista no debe ser motivo de confrontación política, a pesar de lo que quiera el PP para sus turbios fines, la denuncia de la falta de integridad del toro y el fraude protagonizado por ciertos toreros, encumbrados a superfiguras por montajes mediáticos y por la ignorancia y el fanatismo de sus partidarios, no debería ser causa de discusión entre auténticos aficionados que, verdaderamente, desean el bien de la fiesta. Y, por supuesto, en ningún momento ha estado en mi ánimo condicionar a nadie a que en su espacio quepan todas las opiniones sin que se tenga que ver obligada a sacrificar alguna, porque siempre he mantenido y siempre mantendré que la disparidad y la diferencia, cuando se tratan con el debido respeto y cordura, lejos de fanatismos y posturas radicales que algunos forofos, sin más criterios que su ciego partidismo, llevan al límite de lo irreconciliable, son enriquecedoras y, como tal, beneficiosas toquen el ámbito que toquen. Sí le decía, en cambio, y me reitero en ello, que visto lo acontecido a partir de ahora perdiese cuidado; que no iba a ser yo con mis comentarios quien entrase a perturbar la paz de su hogar. Creo que comprenderá perfectamente que decline opinar en un lugar donde se me ha insultado impunemente, con el beneplácito, o al menos la absoluta pasividad, de su propietaria, de la misma forma que entenderá, también, que prescinda en mi blog de su enlace por idénticas razones. Y no se aflija por mí, señora condesa, no pasa absolutamente nada; uno está acostumbrado a lo largo de su vida a recibir cornadas de Viático, por lo que un simple puntazo corrido ya, apenas, ni lo siente y sigue, a lo suyo, en el ruedo sin siquiera mirarse.


Sin otro particular y con todo respeto, reciba un cordial saludo.
Betialai

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