Pues a falta de confirmación oficial ya están en la calle los carteles que van a componer la feria de abril del presente 2008. Nada nuevo bajo el sol, ¿o es que alguien esperaba otra cosa?. Se podrá decir lo que se quiera, poner o quitar toreros a gusto personal de cada uno, pensar que falta fulanito o que menganito no ha hecho los suficientes méritos para que se justifique su presencia. Habrá gente que , como siempre, se rasgue las vestiduras al ver que a lo largo de 16 tardes,16, hollarán el piso maestrante animales procedentes de un monoencaste que adoran las figuras, y por lo que se ve las no figuras, y que incluso el gran patriarca de esos toros, por más INRI llamados artistas, va a enviar no una, sino dos corridas. Dirán muchos la chorrada de todos los años, que Sevilla es distinta y que su feria no se puede hacer de otra manera, y habrá que escuchar miles de argumentos, unos a favor y otros en contra, dependiendo del grado de afición de quienes los esgriman, pero lo cierto es que no creo que nadie que siga la fiesta, de la forma que sea, durante estos últimos tiempos pueda decir que se ha llevado una sorpresa.
No hay novedades, aunque pueda haber toreros que hayan estado presentes en ciclos anteriores y este año no se vean anunciados o viceversa, ni tampoco en cuanto a toros pese a que alguna ganadería del encaste bodeguero que tiene garantizada la venta de toda su camada porque la exigen los dos supermegafiguritas del momento, y alguna otra de similar calaña se hayan subido a la parra y no hayan llegado a ajustarse, siendo reemplazadas, sin ninguna dificultad, por otras de la misma procedencia. En último resultado más de lo mismo en lo que se refiere a los que pisarán el albero del coso sevillano, tanto en los de dos pies como en los de cuatro patas, con el ingrediente supuestamente torista en la semana previa a farolillos reservada a los que no pueden elegir -excepción hecha de El Cid que una vez más ha pedido lidiar lo de Victorino- y el cogollo, como no podía ser de otra manera, para los que si eligen. Pero, ¿qué queremos?, si el que organiza y tiene que velar por sus dineros sabe que con esta fórmula va a seguir viendo los tendidos de la plaza llenos de un público, sumiso y triunfalista, que le va a proporcionar suculentos beneficios, ¿para qué carajo va a cambiarla?. Pues eso.
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