La pasada temporada ya hubo serios amagos de intentarlo vender a toda costa, pero en principio apostaron por Talavante que, en alguna medida, recordaba más al Mesías Redentor tanto en su físico, como en ciertos ademanes y su formar de hacer en el ruedo. Este año, el taurineo siempre presto a inventarse figuras a las que poder exprimir, y cuanto más mejor, por aquello de que son los primeros en saber que van a ser efímeras y que su “boom” pasará pronto, tan pronto como se vayan descubriendo sus carencias, entren en la monotonía a la que conlleva la mediocridad, comiencen a aburrir a un público que traga con casi todo, pero que también termina por cansarse con ciertas tomaduras de pelo y dejen de ser excesivamente rentables a los que manejan los hilos del negocio, va a apostar fuerte por Miguel Ángel Perera. Ejemplos anteriores tenemos unos cuantos, y aunque algunos ya casi olvidados se buscan en la actualidad la vida como buenamente pueden, o les dejan, no hace falta retrotraerse mucho para que se nos vengan a la mente algunos nombres. El Califa, Eugenio de Mora, o más recientemente Serafín Marín han marcado un camino en el que muy pronto se puede encontrar, si es que no se encuentra ya, César Jiménez uno de los últimos inventos que tiene muchas papeletas para engrosar la lista de pasajeras y fugaces estrellas de la tauromaquia.
El pasado jueves, 28 de febrero, y a falta de mejores cosas que hacer, tuve la desdicha de optar por ver la corrida que en conmemoración del día de Andalucía retransmitió en directo Canal Sur desde Torremolinos. Bochornoso espectáculo con impresentables toros de Juan Pedro Domecq, incornes, para colmo desmochados, completamente imbéciles, inválidos y claudicantes, como corresponde a lo que deben ser las comparsas que se seleccionan y se adquieren para que presten su colaboración en el objetivo que se viene marcando como principal en lo que actualmente pretenden convertir la fiesta: el lucimiento de las figuras, figuritas y figurillas con el menor riesgo posible para su integridad física. Y allí estaba Perera, ora haciendo que toreaba, ora desteoreando, tan pronto citando en el sitio y con la muleta planchada, como a continuación arrepintiéndose y poniéndose fuera y tirando de pico, para terminar como suele ser costumbre en los practicantes del toreo (¿?) actual con el consabido arrimón al hilo del pitón, o lo que quede de él, cuando el moribundo bicho ya es incapaz de desplazarse. Al día siguiente en Castellón volvió a repetir éxito, y a abrir la puerta grande, con un encierro de Zalduendo tan fraudulento, o todavía más si cabe, que el ya denunciado de la víspera, en la corrida que supuso el debut en la presente campaña del Místico de Galapagar. A lo que todos esperamos esta temporada, la promoción y exaltación, el marketing desaforado y el montaje sin límites que vamos a tener que sufrir en torno a Tomás, Morante y al que, indefectiblemente, se unirá el Maniquí de Armani, habrá que añadir que desde todos los medios afines al taurineo militante, voceros asimilados y palmeros que les acompañan nos van a intentar meter a Perera como por un tubo. Al tiempo.
El pasado jueves, 28 de febrero, y a falta de mejores cosas que hacer, tuve la desdicha de optar por ver la corrida que en conmemoración del día de Andalucía retransmitió en directo Canal Sur desde Torremolinos. Bochornoso espectáculo con impresentables toros de Juan Pedro Domecq, incornes, para colmo desmochados, completamente imbéciles, inválidos y claudicantes, como corresponde a lo que deben ser las comparsas que se seleccionan y se adquieren para que presten su colaboración en el objetivo que se viene marcando como principal en lo que actualmente pretenden convertir la fiesta: el lucimiento de las figuras, figuritas y figurillas con el menor riesgo posible para su integridad física. Y allí estaba Perera, ora haciendo que toreaba, ora desteoreando, tan pronto citando en el sitio y con la muleta planchada, como a continuación arrepintiéndose y poniéndose fuera y tirando de pico, para terminar como suele ser costumbre en los practicantes del toreo (¿?) actual con el consabido arrimón al hilo del pitón, o lo que quede de él, cuando el moribundo bicho ya es incapaz de desplazarse. Al día siguiente en Castellón volvió a repetir éxito, y a abrir la puerta grande, con un encierro de Zalduendo tan fraudulento, o todavía más si cabe, que el ya denunciado de la víspera, en la corrida que supuso el debut en la presente campaña del Místico de Galapagar. A lo que todos esperamos esta temporada, la promoción y exaltación, el marketing desaforado y el montaje sin límites que vamos a tener que sufrir en torno a Tomás, Morante y al que, indefectiblemente, se unirá el Maniquí de Armani, habrá que añadir que desde todos los medios afines al taurineo militante, voceros asimilados y palmeros que les acompañan nos van a intentar meter a Perera como por un tubo. Al tiempo.
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Nota: La fotografía de arriba pertenece a uno de los ejemplares de Zalduendo lidiado en Castellón. Las de abajo, sacadas a la TV, son de los Juanpedros que salieron al ruedo en Torremolinos.
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