Han pasado casi nueve meses desde que a primeros de junio un buen número de bloggers, en los que el tema de los toros era el centro, o parte al menos muy importante, de la actividad de su bitácora, nos reunimos en Madrid en una comida que organizó la
Asociación El Toreo en Red-Hondo. Ese primer encuentro fue casi un

a excusa para que algunos de nosotros nos pusiésemos cara porque muchos, sobre todo los que vivimos en provincias, tan sólo nos conocíamos de leernos, de lo que cada uno iba escribiendo a lo largo del tiempo de funcionamiento de su blog, en sus respectivos espacios, y de los comentarios que íbamos dejando en los mismos. Sirvió, además, para pasar un buen rato, que supo a poco por la premura del tiempo y porque el programa de actividades que cada uno llevaba –naturalmente acudir a algún festejo de San Isidro, la presentación de
El Manifiesto, saludar a viejos amigos y conocidos- era bastante apretado y un par de días en la Villa y Corte, cuando se pasan bien, terminan por pasarse volando. Fue ilusionante ver como una serie de gente, en su mayoría independiente, a la que sólo le movía su amor por la fiesta, estaba dispuesta a trabajar, en la medida de sus posibilidades, desde su rincón particular, por el bien de la misma e intentando seguir una misma dirección: hacer llegar una opinión distinta y libre de todas las ataduras e intereses creados que condicionan a los diversos medios controlados por los taurinos (prácticamente la mayoría de los que son, por no decir todos), e informar verazmente, con absoluta honestidad, tratando de ser objetivos, cada uno dentro de sus matices, su idiosincrasia

y sus gustos personales, pero nunca cayendo en partidismos y muchísimo menos en forofismos fanáticos e histéricos, a todos aquellos que nos leyeran. O lo que es lo mismo, defender ante todo la integridad del toro, condición
sine qua non para que una corrida, un festejo taurino pueda considerarse como tal, y que la labor del torero se ciña a unos planteamientos ajustados a unos cánones que se inventaron hace mucho tiempo y que, como mínimo, han de estar alejados de las trampas y ventajas que, también, desde tiempo inmemorial han servido a éstos para buscar alivio.
Al publicarse en diversos blogs este encuentro, cada cual le dio el tratamiento adecuado y que consideró oportuno, se produjo una reacción por parte de diverso medios oficialistas, para los que no existíamos, en las que hubo referencias -alguna no exenta de traslucir un cierto temor, o al menos preocupación- a que algo se cocía en la blogosfera taurina. Paralelamente, a medida que la temporada avanzaba y se producía el 17 de junio la superpublicitada y mediática reaparición de
El Mesías- se fueron sucediendo una
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serie de hechos que no dejaron de ser significativos.
Por una parte ciertos bloggers se fueron, o bien desmarcando de esa ruta que, teóricamente, se había emprendido, dejando claro que esa no era su lucha, o bien trataron de mantener una cierta apariencia de credibilidad, algo que poco a poco se les fue haciendo insostenible y terminaron cantando la gallina. Por otra, comenzaron a proliferar como setas una serie de bitácoras que, casualmente, en su mayoría nada tenían que ver con las ya existentes y que por su temática, en algunos casos, o por sus enlaces, en gran parte de ellas, dejaban a las claras de dónde venían y hacia dónde iban, siendo a mi juicio un claro intento del taurineo de sembrar la red con una serie

de gentes afines que, mezclándose con los que ya estábamos, propiciasen intoxicar, crear confusión y, además de servir de voceros a sus tesis, dar sensación de que lo que llevan largo tiempo queriendo vender también tiene sus defensores y partidarios. A ello debemos añadir los “espontáneos” que a modo de comentaristas habituales suelen aparecer intermitentemente y, qué curioso, ante ciertos posts que por su temática aluden a asuntos relacionados con determinados toreros y, que a partir de esos momentos, haciéndose más presentes, comienzan a atacar con total virulencia, insultan, descalifican, hablan de manipulaciones vomitivas, tildan de integristas, amargados y biliosos, llaman fascistas, e incluso llegan al ataque personal, soltando toda clase de improperios, a quienes osan dar su opinión en esa dirección de defensa de la integridad de la fiesta.
Todo ésto ha motivado que algo que podía haber sido un arma a nuestro favor, y que en algún momento ha llegado a transmitir cierta zozobra a los taurinos, la fuerza que puede tener una blogosfera unida en la lucha por erradicar en la mayor medida posible el fraude en el mundo de los toros, denunciando todos los abusos, las trampas, las corruptelas y las tropelías que en el se producen, se vea diluido en ese gran caos en el que, aparentemente, nos vemos inmersos cuando dejándonos llevar por personalismos y entrando a trapos que no debemos –yo soy el primero en entonar el mea culpa- damos la sensación de estar cada uno haciendo la guerra por nuestra cuenta y dando una imagen de desunión que a los únicos que pe

rjudica es a nosotros mismos, beneficiando precisamente a los auténticos enemigos de la fiesta. Ante la próxima temporada que ya asoma, y que a nadie con dos dedos de frente se le pasa por la cabeza que no vaya a ser una versión corregida y aumentada de la anterior, pienso que tenemos que hablar. Debemos hablar y establecer una serie de mínimos en los que estemos de acuerdo para hacer frente a los nuevos atropellos que, sin duda, nos tienen preparados. Lo pasado nos debe de servir de experiencia para no cometer los mismos errores; ahora sabemos bastante mejor quién es quien en el mundo de los bloggers y el crédito que merece cada uno. Un amplio abanico en el que encontramos a gente que siempre ha mantenido un criterio y no se ha movido un ápice de una línea coherente en sus opiniones y denuncias, pasando por los que, tibiamente, han ido dando una de cal y otra de arena en función de que sus gustos o sus

preferencias se viesen en mayor o en menor medida afectados, hasta llegar a los que descaradamente arriman el ascua a la sardina de los taurinos y del taurineo. Éso por no hablar de los que han utilizado su espacio, retomándolo tras tiempo de inactividad o creándolo, ex profesamente, para, con la excusa de escribir de toros, emplearlo para cuestiones privadas, que poco o nada tienen que ver con la fiesta, como vehículo de agresión a una serie de aficionados respetables, como se ha dado el caso con algunos miembros de
La Cabaña Brava y dirigentes de
El Toro de Madrid, o lanzar furibundos y desmedidos ataques personales contra otros bloggers como
Marcelo Fortín o, más recientemente,
Alicia Valdeavero cuyo único delito ha consistido en expresar su opinión.
Pero todavía, insisto, estamos a tiempo, a nada que nos lo propongamos, en poder ser esa alternativa, con la fuerza que nos proporciona esta herramienta, que pueda dar réplica a los que manejan desde dentro los hilos, tienen controlados los medios, condicionan la información y marcan la pauta que más les conviene. Tal vez no seamos tantos como pensamos en un principio, pero sí suficientes co

mo para, si decidimos seguir luchando en una misma dirección, dejarnos oír lo necesario para que muchos de los que intuyen que existe otra verdad completamente distinta a la que les están contando puedan tener una referencia diferente que les acerque a la auténtica fiesta y, al mismo tiempo, hacer notar a los taurinos que ante los fraudes, atropellos, manejos, montajes y otras tropelías al uso que, indudablemente, van a seguir intentando montar, va a existir en frente un grupo de aficionados que no se va a arredrar y estará siempre dispuesto a dar ante esos hechos cumplida respuesta. Pienso que merece la pena intentarlo y que, si lo hacemos, aún contamos con muchas posibilidades de que este espectáculo inigualable que hemos heredado todavía sea salvable, porque con sus dos componentes de siempre: el toro en su integridad y la emoción que conlleva el riesgo de ver como un hombre se juega la vida tratando de crear arte ante una fiera, no puede haber modas, condicionamientos sociales, bulas religiosas o tendencias políticas, que acaben con él.

No es tan difícil, pero para que esa fuerza que podemos tener en potencia sea efectiva, debemos sentarnos, hablar y ponernos de acuerdo, y sería aconsejable hacerlo la antes posible. Que la pereza, la incomodidad de tener que desplazarnos, y otra serie de pegas e inconvenientes que siempre surgen a la hora de organizar una reunión con gentes de diversa procedencia, no sean excusa para no hacer algo por esta fiesta a la que muchos amamos y vemos como se empeñan en hacerla avanzar por el camino que lleva hacia un irremediable fin si no conseguimos ponerle remedio. Al menos que nos quede la conciencia tranquila y que ninguna futura generación pueda echarnos en cara que, pudiendo haberlo intentado, dejamos pasar la oportunidad de poner nuestro granito de arena y frenar su caida.