Una de las cosas buenas que están sucediendo este invierno a nivel taurino es el encontrar algunas bitácoras que de manera fiable nos están haciendo llegar noticias de lo que ocurre en la temporada que se está desarrollando en tierras americanas. A la aportación que nos llegó desde el Perú por medio de Tauromaquias, ahora en standby, se suma la procedente de Colombia y que de la mano de Abadía Vernaza nos informa en estos momentos de lo que está sucediendo en aquel país: La Monumental de Cañaveralito. Es importante para los que vivimos a este lado del charco poder tener una información veraz e independiente, alejada de los cuentos chinos que nos quieren contar los medios afines al taurineo, cuya credibilidad viene a ser la misma que ninguna, o estar en relación directamente proporcional a la integridad de los toros lidiados por algunos figurones españoles en Insurgentes y Acho, por poner algún ejemplo reciente y del que aquí nos hemos hecho eco.
Y dentro de estas agradables sorpresas, quizá, me ha llamado más la atención el descubrir en Abadía, además de un buen aficionado que hereda de su progenitor el amor por la fiesta íntegra y auténtica, sus relatos que rezuman verdad y no están exentos de una cierta ironía y buenas dosis de sentido del humor. Él me ha descubierto una nueva palabra, no sé si es artífice de su acuñación, que yo desconocía y que me parece que define perfectamente ciertos ambientes propicios y proclives al triunfalismo que suelen imperar en muchas plazas que antes se consideraban toreristas y que ahora, por regla general y desafortunadamente, viene a abarcar a todas. Refiriéndose a la actuación del novillero español Jairo Miguel, en la primera de feria de Bogotá, escribe: “Y de la labor de Miguelito como con mucha tendiditis y show”. Bonita y precisa palabra, Tendiditis, que viene a explicar a las mil maravillas uno de los males que aqueja a la fiesta y que, en este caso, se aprovecha de un término propio de la traumatología para diagnosticar una de las enfermedades que se la están cargando. Tendiditis, que se podría definir, por tanto, como una inflamación de los tendidos en alocado empeño por jalear y aplaudir enfervorecidamente todo lo que un tipo vestido de luces realiza ante un animal, independientemente de cómo lo realice y de la integridad de la pobre bestia. Claro que mientras la tendinitis se suele arreglar a base de reposo, aplicación de hielo, Ibuprofeno, A.A.S., o, si la cosa se pone pelma, Cortisona, no sé yo qué remedio se podrá aplicar para esta, también, dolorosísima molestia que ataca al mundo de la fiesta. Un abrazo, Alberto; esperamos con expectación tus crónicas y tus noticias.
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Hace 6 horas
1 comentario:
Amigazo Betialai, que me he divertido un montón leyendo este post. Me he "carcajiado" como loco. Gracias por la definición tan raeliana, pan-hispánica sin dudas, de mi palabreja. Ya no recuerdo si es invención mía, o simplemente la oí por ahí en los inflamados tendidos de Cañaveralejo. Lo que sí es cierto es que es uno de los tantos achaques que van en contra de la salud de la Fiesta. Y mi amiguito Jairo Miguel la sufre como el que más. Esperemos que siendo tan joven y tan "achacoso" no permanezca mucho en la Clínica.
Acuñado pues el término con su respectiva definición, y de "isojacto" la ponemos en la La Monumental. Un saludo,
Abadía V.
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