LA GOTA QUE COLMA EL VASO

Siempre suele ser la última la que colma el vaso. Hace ya más de tres semanas que estaba publicando aquí y en La Coctelera los post en paralelo. Más trabajo, no excesivo tampoco, porque aunque básicamente en lo que se refiere al texto todo se solucionaba con el socorrido corta y pega, si que era necesario realizar algunos pequeños ajustes y las fotos había que subirlas de manera independiente en cada blog. Ayer, tras dos horas de infructuosos intentos de publicar en La Coctelera la entrada que podéis leer más abajo, No me canso, mi cabreo comenzó a adquirir el grado de mayestático. Grado que se vió incrementado a límites insospechados al comprobar por la mañana que la entrada aparecía no una, ni dos, sino tres veces, una tras otra, al abrir dicha bitácora. No es la primera vez que pasaba algo semejante, han sido unas cuantas, pero si ha sido la última gota que ha colmado el vaso de mi paciencia, por lo que a partir de ahora empiezo a habitar, única y exclusivamente, en esta casa. Mi agradecimiento a La Coctelera por los diecinueve meses de acogida, en los que he ido aprendiendo lo poco que sé de esta herramienta llamada blog, y mi deseo de que vaya creciendo y mejorando sus prestaciones. Uno, en el fondo, es bastante sentimental y jamás va a descartar del todo una vuelta a sus orígenes