Se dirá que a toro pasado siempre se acierta y no suele haber riesgo a equivocarse. Es verdad, pero quien haya leído los posts que a lo largo de casi dos años he ido colgando, sobre todo en la etapa de La Coctelera, y que tocaban el tema político sabe perfectamente que a lo largo de ese tiempo siempre he dicho lo mismo y que para mí, no sólo no constituye la más mínima sorpresa sino que entra dentro de lo previsto lo acontecido en las urnas ayer 9 de marzo. Siempre he mantenido que el pueblo es sabio y que termina por poner las cosas en su sitio. A fin de cuentas por eso la democracia es un sistema al que se le pueden, incluso, hasta buscar carencias pero es de todos los conocidos el que más se acerca a lo perfecto. Ayer, volvió a hablar el pueblo y a dictar con sus votos qué tipo de gobierno quiere o, tal vez, cuál es el que no desea de ninguna manera para los próximos cuatro años. Y lo que se desprende es que los ciudadanos de este país han preferido que rijan sus destinos quienes lo han estado haciendo en la legislatura que se inició el 14 de marzo de 2004, antes que otorgar su confianza a un partido que ha hecho de la crispación, el insulto, el acoso y derribo al gobierno legítimamente establecido, la negación del diálogo, el sembrar de piedras el camino, su bandera y su razón de ser en el periodo que le ha correspondido realizar la oposición más desleal e innoble de cuantas se conocen tras la vuelta en 1977 de las libertades democráticas.
No podía ser de otra manera, porque un títere nombrado sucesor a dedo por un pequeño dictador neofascista, al que se le imponen a los lados a dos comisarios políticos más fieles a la voz de su amo que a realizar una política con vistas a ganar lo que habían perdido, irremediablemente tenía todas las papeletas para cosechar un fracaso. Hacía ya mucho tiempo que Rajoy y sus perros de presa Zaplana y Aceves atufaban a cadaverina política y, solamente, los errores del PSOE que, evidentemente, los ha tenido a lo largo de esta legislatura y el desgaste que conlleva el ejercicio del poder, podía transmitir una mínima inquietud al partido de Zapatero. Obcecados desde un primer momento en el que fueron incapaces de digerir su derrota en las urnas, la huida hacia delante sustentada en un discurso rancio y anacrónico y un proverbial autismo en el que no cabía ningún atisbo de constructivismo, hicieron de la bronca y la reyerta su día a día en las instituciones y en la calle. España no se merecía una oposición tan chabacana, ni que el segundo partido mayoritario que debe vigilar los actos del gobierno estuviese poblado por un hatajo de deplorables incompetentes revanchistas que, siguiendo los dictados de quien ejerció el poder durante ocho años y no se resignó a abandonarlo del todo, han vilipendiado lo que en cualquier país civilizado debe ser el juego democrático.
Y, ¿ahora qué?. ¿Dirán que el presidente del gobierno ha vuelto a negociar con ETA para que asesinen dos días antes de las elecciones a un ex-concejal de su partido para de esa forma cambiar el sentido de los votos?. ¿Pondrán la excusa de que el pueblo español no es lo suficientemente maduro y, como ya han dado a entender más de una vez, es rematadamente idiota y no sabe lo quiere?. ¿Seguirán pensando que haciendo lo mismo durante los próximos cuatro años van a tener posibilidades de ganar las siguientes elecciones?. Vaya usted a saber, porque de esta gente se puede esperar uno cualquier cosa. Lo cierto es que el ciudadano ha dado una respuesta y que, independientemente, de que la diferencia haya sido mayor o menor el hecho incuestionable es que el PP ha vuelto a perder las elecciones, a pesar del apoyo de la iglesia, o de otras organizaciones satélites que juegan con los sentimientos más íntimos y profundos de la gente, como esos colectivos que son capaces de distinguir entre víctimas de primera, de segunda o de tercera. La derecha española, y más en un país que se decanta cada vez más descaradamente por el bipartidismo, tiene que reaccionar porque es indispensable para que pueda mantenerse ese equilibrio y debe plantearse algo que hace tiempo ya estaba lo suficientemente claro. Hay que dar puerta a los inútiles que han demostrado a lo largo de esta última legislatura que no sirven absolutamente para nada.
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8 comentarios:
Te pregunto a ti que sabes bastante más que yo de esto.
¿Cuándo van a tener narcices de cambiar la ley electoral para que los que no creemos en ni en el Madrid, ni en el Barcelona, nos sirva de algo poder votar al Super Depor del centenariazo, al Alavés de Mané o al Sevilla de Juande?
Lo digo porque mientras eso no se produzca, mi voto no sirve para nada.
Un abrazo
Es evidente que las leyes electorales no son perfectas. En nuestro caso concreto la Ley de Hont está concebida precisamente para primar a los partidos regionalistas o nacionalistas que, como es lógico, no tienen implantación en todo el territorio estatal. Es de lo que se quejan una serie de partidos como Izquierda Unida o UPD (Rosa Díez). Con un millón de votos, los primeros, y más de trescientos mil los otros, consiguen 2 y 1 escaño respectivamente, mientras que el PNV, por ejemplo, con los mismos votos que UPD logra 6 parlamentarios. El intríngulis, en cualquier caso, es que cada vez más la gente se decanta por el llamado voto útil lo que favorece más al, ya de por sí, marcado bipartidismo que marca la tendencia en los últimos años. Quizá la razón estribe en que a lo largo de este tiempo nadie ha conseguido crear un partido bisagra a nivel nacional que ofrezca una alternativa real de modelo de estado diferente a la que proponen PSOE y PP, dejando esa función de bisagra, con el riesgo que ello conlleva, a esos partidos nacionalistas y regionalistas que siempre van a ser proclives a pactar en función de sus propios intereses y logros, dejando en un segundo plano los auténticos intereses de estado.
Estoy de acuerdo contigo, Beti, pero ¡qué difícil veo que el PP rompa con esa forma de hacer política...!
Aunque se vaya Rajoy (qué fracaso el suyo, a pesar de que la gente siga respaldando la forma de hacer ¿política? de la derecha), el futuro parece que pasa por Esperanza Aguirre. Y desde Madrid te digo que hay muchas cosas de nuestra 'ilustre' presidenta autonómica que todavía no se saben fuera de aquí y que os van a dejar de piedra...
Si ella es la nueva 'lideresa' del PP, las cosas pueden ir a peor...
Pues entonces que los medios de comunicación le den a la abstención el significado que tiene y no lo dejen simplemente en el hecho de que la gente "pasa" de votar, porque quizás "pasemos" porque a todos les interesa que pasen, a unos por estar de lado de unos y a los otros por lo mismo.
¿De qué me sirve ir a votar si mi voto no sirve para nada? ¿O es que no se puede ser hincha del Almería porque nunca vaya a ganar una liga?
Y lo que no voy a hacer es votar al PSOE o al PP para que no gane el contrario, me niego a entrar en el juego. Es lo mismo que ir a ver al Cordobés, Rivera y Fandi.
Yo también soy francamente pesimista, Juan, en cuanto a que el PP pueda llegar en un tiempo considerado razonable rompa con esos moldes de hacer política que implantó el neofranquista Aznar a lo largo de su segunda legislatura como presidente del gobierno. Unos moldes muy claros y marcados que han arrastrado a ese partido a realizar la nefasta oposición que hemos tenido que padecer y que, quieran o no, les han conducido a no tener prácticamente opción en estas elecciones. Y es que, para empezar, no es de recibo que un partido que se autoproclama democrático, sea de la tendencia que sea, tolere que a su líder se le designe dedocráticamente y por obra y gracia directa de su líder saliente. Algo que comienza ya viciado de esa manera, forzosamente, está abocado a fracasar. Pensaron que tenían ganadas las elecciones de 2004 y les salió mal la jugada porque fueron tan prepotentes que se permitieron el lujo de intentar engañar al pueblo, despreciando de manera sublime su inteligencia, con lo que esa transición automática con la que contaban no se produjo y tuvieron que empezar de cero. Y lo que han sido capaces de dar de sí ya se ha visto, con las subsiguientes consecuencias de una nueva derrota. Si actuasen con lógica, y con un cierto rigor político con vistas al futuro, lo suyo sería fulminar a los responsables del fracaso y empezar por democratizar el partido, pero dudo mucho que lo hagan y la solución, probablemente, va a pasar por la llegada al poder de quien ha estado durante mucho tiempo desde la sombra, o no tan desde la sombra, esperando la ocasión para dar el salto. Yo apuesto, como tú, por Esperanza Aguirre, con lo que la oposición de la próxima legislatura puede llegar a ser más deleznable, por difícil que parezca, que la precedente. Y que conste que a mí, como creo que es público y notorio, a nivel personal no me preocupa nada porque siempre voy a estar más a gusto con un gobierno de izquierdas que con uno de derechas, por lo que cuanto más tarde reaccionen miel sobre hojuelas. Pero dejándonos de preferencias personales, por el bien del país, que es lo que realmente debe contar, es imprescindible que exista una oposición responsable, constructiva y dialogante en vez del gatuperio, más parecido a la riña tabernaria, a la que nos han sometido durante los cuatro últimos años este hatajo de incompetentes.
Y en cuanto a lo que me dices en tu segundo comentario, Jabonero, creo que la cosa la vas a tener dificililla. No creo que haya muchos visos de que se modifique la ley electoral a corto plazo porque los partidos mayoritarios son los primeros que se encuentran cómodos con ella, lo mismo que los partidos periféricos, y nadie va a mover un dedo para introducir cambios. Lo que comentas sobre la abstención y los medios de comunicación es inviable porque nunca pueden estar lo suficientemente claros los motivos de la misma. Sin ir más lejos, en estas últimas elecciones, ETA y su entorno han propugnado la abstención en el País Vasco, pero ¿quién es capaz de discernir sobre el total de abstención en este territorio el porcentaje que corresponde a la abstención técnica que se produce en todas las elecciones y el que se podido producir por seguidismo al llamamiento de los radicales?.
No sé si se te ha ocurrido la descabellada idea de dar un paseo por los diferentes programas de los partidos políticos, pero existía una propuesta de cambio de la ley por parte de Rosa Díez y del partido de Boadella (que todavía no me explico por qué demonios no han ido de la mano), y una de las propuestas que tenía sin se diera el caso, es la de contabilizar las abstenciones como tales y que las mismas conllevasen los diputados que le correspondiesen, es decir, que si en Madrid dejan de votar X miles de personas y eso suponen 2 diputados, pues habría dos diputados menos de los 350. De esta forma, la abstencio sí habría tenido su peso y ya no sería tan rentable al resto de partidos.
Y sé que lo tengo difícil, tanto como que un año se me ocurra ir a votar al PSOE o al PP, por muy mal que le hagan uno de los dos.
La respuesta de por qué no han ido de la mano sólo te la podrán dar ellos, aunque supongo que ha tenido mucho que ver que son bastantes más los personalismos que les separan que los puntos en común que les pueden acercar. Lógico que propongan el cambio de la ley electoral porque presentándose en prácticamente todas las circunscripciones y con una implantación o unas perspectivas de implantación no excesivamente halagüeñas se sienten, con razón, perjudicados. Sin embargo me parece demencial la propuesta de modificar la ley en función de la abstención porque por un principio de elemental justicia no se puede penalizar a nadie por las omisiones de otros.
No se trata de penalizar, se trata de tener los diputados que verdaderamente correspondan al número de votos posibles y los realmente obtenidos, lo que no es justo es que les den más por el hecho de que yo no vote, o que a quitando los ciento veintipico mil votos de Rosa Díez en Madrid, el resto de los obtenidos no sirvan para nada, eso sí que es injusto.
Pero bueno, no quiero crear aquí una polémica absurda porque nosotros no vamos a conseguir cambiar nada.
Un fuerte abrazo
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