viernes, 18 de abril de 2008

CAÑABATE Y LOS HOOLIGANS

Volvemos a Cañabate, -gracias por recordármelo, amigo Lupimón- que en el tomo 6 del Cossío, el auténtico no el sucedáneo, y en su apartado Anecdotario Taurino, nos refiere una serie de anécdotas y sucedidos que, bien por haber sido testigo directo de los mismos, bien por que a lo largo de su vida le habían sido referidos, ponen en el lector una sonrisa y le ayudan a conocer un poco mejor algunos entresijos del maravilloso mundo de la fiesta. La anécdota que viene a continuación la titula Diego Puerta y el asombro de “El Cordobés”, está narrada en primera persona y como podréis comprobar no tiene desperdicio:

Diego Puerta ha sido, en mi estima, uno de los toreros más valientes que he visto en los ruedos durante mi larga vida de aficionado. Toreaba esta vez nada menos que en su Sevilla, en cuya Maestranza ocurrió la anécdota que, si bien he narrado en otra ocasión, quiero aquí repetir por cuanto significa de una gran parte del público de toros en la última época. Yo estaba en una fila alta de grada. Toreaba “El Cordobés” junto a Diego Puerta. Éste realizaba en aquel momento una gran faena de muleta. A mi lado, un grullo de los alrededores sevillanos exclamaba:
- ¡Ése es, ése es mi Manolo!.
Me vuelvo hacia él y le digo:
-Está usted equivocado, porque el que torea es Diego Puerta.
Y, como por arte de ensalmo, el bueno del “cordobesista” se sienta y se queda callado ya durante el resto de la faena.

Obviamente, el escritor y crítico taurino madrileño, ya diferenciaba hace cuarenta años al aficionado con lo que él llama público de toros. Esos istas, partidarios, fans, forofos, hooligans, o como queramos llamarlos, que acuden a la plaza a ver a su torero para jalear todo lo que haga, esté bien o mal hecho, pedirle las orejas y, a poder ser, sacarlo a hombros, importándoles un huevo todo lo demás. Está claro que la ignorancia del tonto del culo al que se refiere Cañabate era supina, pero no muy lejana a la de otros que, sin llegar a esos extremos, llenan a veces las plazas con los mismos fines. Ayer fue Manuel Benítez “El Cordobés”, un producto del marketing que tanto daño hizo a la fiesta en la década de los sesenta, hoy tenemos varios ejemplos de toreros que, gracias a tremendos montajes mediáticos, arrastran a los tendidos a personajes como el vecino de localidad de Don Antonio. ¿Verdad, José Tomás?.

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