Al final se resolvió la ecuación. Una ecuación, quizá, con bastantes más incógnitas que las que están acostumbrados a resolver los alumnos de la E.S.O., por lo que se ha tardado más tiempo del usual en conocer su resultado final. José Tomás actuará en Las Ventas y todo parece indicar que serán los días 5 y 16 de junio, es decir, fuera de la Feria de San Isidro, la cita más importante y trascendental del año taurino. Se han dicho y se han escrito muchas cosas en los días anteriores a que saltase la noticia, habiendo gente que descartaba por completo la presencia del de Galapagar en Madrid, pasando por quien dudaba, para finalizar con los que hasta el último momento mantenían la esperanza de que se produjese su comparecencia. Ha habido reflexiones sensatas, guiadas por la lógica y por las noticias y rumores que iban surgiendo en torno al estado de las negociaciones y opiniones delirantes y disparatadas que, todavía, se harán más demenciales en los próximos días una vez que se confirmen los carteles.
Unas incógnitas, como digo arriba, más numerosas y, tal vez, más complicadas que las de costumbre y que, además, parece que llevan consigo un componente, la política, con el que en principio nadie contaba y que puede ser peligroso si, a partir de ahora, toma carta de naturaleza de la forma en que lo ha hecho en esta ocasión para el futuro, ya de por sí, incierto de la fiesta. Claro que si, como muchos sospechamos, la política no ha sido más que una excusa para realizar un nuevo montaje con El Mesías de por medio, aunque no deje de ser preocupante y, en cierto modo, escandaloso, será coyuntural y no servirá de precedente. A nadie se le escapa que tras todos los dimes y diretes que han precedido a este rocambolesco final, el principal beneficiado es el supuesto Salvador de la fiesta, aunque, realmente en esta historia, el único Salvador (de nombre, claro y Boix de apellido) es el apoderado de Tomás que ha jugado hábilmente sus cartas, siguiendo al pie de la letra, naturalmente, las instrucciones que le daba el torero.
Tras el fiasco de la temporada de su Santo Advenimiento, lidiando chotos impresentables y desmochados, en la que se intentó hacer creer a los incautos que aquello no era un circo, sino un calentar motores y que la verdad y la salvación de la fiesta comenzaría a llegar a los cosos del orbe taurino a lo largo del presente año, la bochornosa y fraudulenta campaña americana, en la que sus partidarios se llenaban la boca proclamando que el toro al otro lado del charco es como es, y que era un mero entrenamiento -cobrando, claro- para preparar los importantes compromisos que le aguardaban en España, y las ya anunciadas ausencias para 2008 a plazas como Sevilla, Bilbao, Pamplona, Zaragoza, y Arlés, estando en el aire su acartelamiento en San Sebastián, Dax y Bayona, todas ellas consideradas cosos de primera y sabiéndose, así mismo, que tampoco estará en Logroño, éste de segunda pero donde sale un toro que no lo hace en muchas plazas de la categoría superior y mucho menos en Barcelona, Valencia, Córdoba, Málaga o Nimes donde si se ha anunciado, ¿qué credibilidad le hubiese quedado a quien venía, según sus exégetas y panegiristas, a poner las cosas en su sitio, a torear no por dinero, sino por una necesidad vital, y a redimir la fiesta, si al final Las Ventas, y máxime por una diferencia mínima en lo económico, hubiesen estado tachadas de su agenda?.
Seamos serios, ¿quién podía tener más interés que el nombre de José Tomás estuviese programado esta temporada en alguno de los carteles de La Monumental madrileña?. ¿El empresario que sabe que va a llenar esas tardes anuncie a quien anuncie, o el torero puesto en tela de juicio por la afición cabal que quedaría más en entredicho si finalmente hubiese rechazado el compromiso?. La respuesta es obvia y el primero que la sabía de antemano era el presunto Redentor que no ha tenido más remedio que urdir una trama en la que mezclando ingredientes como exigir toros y acompañantes, vetar o no vetar televisiones, poner sobre la mesa astronómicas cifras que sabe que ningún gestor en su sano juicio va a ser capaz de asumir, acercar posturas para poder hablar de mínimas diferencias, proclamar por boca de su representante que su deseo era torear en Madrid, y toda otra serie de historias y parafernalias que desembocan en un montaje en el que se crean unas corrientes de opinión que, según dicen, hacen intervenir en el último momento a los políticos, siempre oportunistas, de la Comunidad Autónoma de Madrid para que el, teórico, casi imposible acuerdo termine por llegar a buen puerto. Y de todos esos ingredientes del montaje, realmente, uno sí que tiene fundamento: Tomás quería torear en Madrid, aunque no por las razones que seguro esgrimirán sus forofos, ni por la fidelidad que pueda sentir por los aficionados venteños, sino más bien porque tal y como se estaban poniendo las cosas no le quedaba otro remedio.
Una vez resuelta la ecuación, y nadando a favor de corriente, oiremos y leeremos de todo y por su orden, de hecho muchos ya han comenzado a piar. ¿Y ahora qué?, claman algunos adoradores impenitentes, ¿qué van a decir los que anunciaban a bombo y platillo que no aparecería por Madrid?, se preguntan sacando pecho algunos de sus hooligans más recalcitrantes, Ahora , nada, y decir –lo que se entiende por decir- tendrá que ser el deseado e idolatrado diestro quien lo haga, toreando de verdad y ante toros íntegros, aunque sea fuera de feria y ante un público bastante menos exigente y más de clavel, y por tanto permisivo, que el que suele ocupar los asientos del coso de la calle de Alcalá en las fechas en las que discurre el serial isidril. Lo demás, se puede divagar lo que se quiera, es marear la perdiz porque el que tiene que hablar es el torero en la plaza y empezar a demostrar que los que estamos equivocados somos los que tras su reaparición venimos manteniendo que en nada tiene que ver el José Tomás que, en sus comienzos, nos ilusionó a todos con ese que, atorado y posiblemente desencantado de si mismo, decidió marcharse y mucho menos con el que nos ha mostrado la imagen del que, aprovechándose de un regreso mediático perfectamente orquestado, hasta el momento no ha hecho otra cosa que el caldo gordo a los taurinos y se ha estado riendo en la cara de los aficionados.
Unas incógnitas, como digo arriba, más numerosas y, tal vez, más complicadas que las de costumbre y que, además, parece que llevan consigo un componente, la política, con el que en principio nadie contaba y que puede ser peligroso si, a partir de ahora, toma carta de naturaleza de la forma en que lo ha hecho en esta ocasión para el futuro, ya de por sí, incierto de la fiesta. Claro que si, como muchos sospechamos, la política no ha sido más que una excusa para realizar un nuevo montaje con El Mesías de por medio, aunque no deje de ser preocupante y, en cierto modo, escandaloso, será coyuntural y no servirá de precedente. A nadie se le escapa que tras todos los dimes y diretes que han precedido a este rocambolesco final, el principal beneficiado es el supuesto Salvador de la fiesta, aunque, realmente en esta historia, el único Salvador (de nombre, claro y Boix de apellido) es el apoderado de Tomás que ha jugado hábilmente sus cartas, siguiendo al pie de la letra, naturalmente, las instrucciones que le daba el torero.
Tras el fiasco de la temporada de su Santo Advenimiento, lidiando chotos impresentables y desmochados, en la que se intentó hacer creer a los incautos que aquello no era un circo, sino un calentar motores y que la verdad y la salvación de la fiesta comenzaría a llegar a los cosos del orbe taurino a lo largo del presente año, la bochornosa y fraudulenta campaña americana, en la que sus partidarios se llenaban la boca proclamando que el toro al otro lado del charco es como es, y que era un mero entrenamiento -cobrando, claro- para preparar los importantes compromisos que le aguardaban en España, y las ya anunciadas ausencias para 2008 a plazas como Sevilla, Bilbao, Pamplona, Zaragoza, y Arlés, estando en el aire su acartelamiento en San Sebastián, Dax y Bayona, todas ellas consideradas cosos de primera y sabiéndose, así mismo, que tampoco estará en Logroño, éste de segunda pero donde sale un toro que no lo hace en muchas plazas de la categoría superior y mucho menos en Barcelona, Valencia, Córdoba, Málaga o Nimes donde si se ha anunciado, ¿qué credibilidad le hubiese quedado a quien venía, según sus exégetas y panegiristas, a poner las cosas en su sitio, a torear no por dinero, sino por una necesidad vital, y a redimir la fiesta, si al final Las Ventas, y máxime por una diferencia mínima en lo económico, hubiesen estado tachadas de su agenda?.
Seamos serios, ¿quién podía tener más interés que el nombre de José Tomás estuviese programado esta temporada en alguno de los carteles de La Monumental madrileña?. ¿El empresario que sabe que va a llenar esas tardes anuncie a quien anuncie, o el torero puesto en tela de juicio por la afición cabal que quedaría más en entredicho si finalmente hubiese rechazado el compromiso?. La respuesta es obvia y el primero que la sabía de antemano era el presunto Redentor que no ha tenido más remedio que urdir una trama en la que mezclando ingredientes como exigir toros y acompañantes, vetar o no vetar televisiones, poner sobre la mesa astronómicas cifras que sabe que ningún gestor en su sano juicio va a ser capaz de asumir, acercar posturas para poder hablar de mínimas diferencias, proclamar por boca de su representante que su deseo era torear en Madrid, y toda otra serie de historias y parafernalias que desembocan en un montaje en el que se crean unas corrientes de opinión que, según dicen, hacen intervenir en el último momento a los políticos, siempre oportunistas, de la Comunidad Autónoma de Madrid para que el, teórico, casi imposible acuerdo termine por llegar a buen puerto. Y de todos esos ingredientes del montaje, realmente, uno sí que tiene fundamento: Tomás quería torear en Madrid, aunque no por las razones que seguro esgrimirán sus forofos, ni por la fidelidad que pueda sentir por los aficionados venteños, sino más bien porque tal y como se estaban poniendo las cosas no le quedaba otro remedio.
Una vez resuelta la ecuación, y nadando a favor de corriente, oiremos y leeremos de todo y por su orden, de hecho muchos ya han comenzado a piar. ¿Y ahora qué?, claman algunos adoradores impenitentes, ¿qué van a decir los que anunciaban a bombo y platillo que no aparecería por Madrid?, se preguntan sacando pecho algunos de sus hooligans más recalcitrantes, Ahora , nada, y decir –lo que se entiende por decir- tendrá que ser el deseado e idolatrado diestro quien lo haga, toreando de verdad y ante toros íntegros, aunque sea fuera de feria y ante un público bastante menos exigente y más de clavel, y por tanto permisivo, que el que suele ocupar los asientos del coso de la calle de Alcalá en las fechas en las que discurre el serial isidril. Lo demás, se puede divagar lo que se quiera, es marear la perdiz porque el que tiene que hablar es el torero en la plaza y empezar a demostrar que los que estamos equivocados somos los que tras su reaparición venimos manteniendo que en nada tiene que ver el José Tomás que, en sus comienzos, nos ilusionó a todos con ese que, atorado y posiblemente desencantado de si mismo, decidió marcharse y mucho menos con el que nos ha mostrado la imagen del que, aprovechándose de un regreso mediático perfectamente orquestado, hasta el momento no ha hecho otra cosa que el caldo gordo a los taurinos y se ha estado riendo en la cara de los aficionados.
3 comentarios:
Ojalá nos calle la boca a todos, pero me huele a que no va a ser así...
Por cierto, vaya petardo de corrida la de hoy.
Un abrazo
Cartel impropio de la feria de Sevilla y de cualquier feria que se precie, más propio de plaza portátil o de talanqueras.
No sé que entrada habrá habido, pero con que se haya llenado media plaza Canorea ha hecho el negocio redondo.
Esque el cartel del miércoles para Canorea era, como tú bien apuntabas, una forma de hacer negocio. Ten en cuenta que prácticamente la sobra entera y parte del sol está abonada, con lo cual nos echan en este caso lo que les da la gana... Nada, como él mismo dice: Jamón del bueno
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